Hay un banquito, o más bien dos, pero siempre me siento en el mismo, en un espacio público de Perú e Indarte, en Acassuso, Buenos Aires. Hace un par de años que lo empecé a usar como mi lugar de reflexión. Simplemente me siento, miro para arriba, miro para abajo, me fijo si pasa alguien, y comienzo a filosofar y meditar sobre algunas cosas de mi vida y lo que me rodea.
En ese banco público me han venido grandes ideas, también encontré celulares de personas (Jaja. Loco…) y otras enumarables historias.
A veces es un poco depresivo hablar con uno mismo en tu casa u otro lugar cerrado, así que es bueno encontrar un lugar al aire libre donde te sientas cómodo y puedas encontrarte nuevamente a vos mismo y recordar por qué hacés lo que estás haciendo y sos como sos.